sábado, 15 de noviembre de 2008

deambulando en invierno


Aquel verano decidió su vida.
Incapaz de permanecer en casa, ni en ninguna otra parte,
y sin ningún lugar a donde ir, se dio a deambular por las calles
y rincones del barrio desconocidos hasta entonces.
Se paraba en las encrucijadas a mirar un balcón con geranios
o un escudo de piedra, pero lo que realmente veía era el hormiguero
de su mente dispersa, a cuyo ritmo proseguía tristemente
su caminata fantasma. La ciudad se había quedado medio desierta
y el calor hacía dífícil la continuidad de los hábitos.

Los juegos de la edad tardía - Luis Landero

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