
Yo también tenía un corazón, como todos.
Dejaban sentir su presencia al tiempo que
mi pecho se henchía y descendía metódicamente.
Por el circulaba un líquido rojo, como la sangre,
que hacía me sintiera vivo.
En él habitaban emociones y sentimientos, deseos e ilusiones.
Ganas de emprender proyectos, muchos sin importancia.
Latía, latía.
Sin embargo un frío se fue apoderando de él,
como un ejército invasor fue ganando posiciones,
ora esta, luego la otra.
Sus soldados, se atrincheraron y se hicieron fuertes en sus posiciones;
inamovibles. Sus raíces, fueron ganado profundidad.
Yo también tenía un corazón, como todos.
Pero, el tiempo y sus envites, lo fueron secando.
Se volvió de arcilla, duro al tacto, pero frágil a los golpes.
Del rojo brillante paso al
anodino e insustancial marrón.
Estático, vibra. Dolorido, duele.
Yo tenía un corazón que latía,
ahora tengo un pedazo de arcilla,
con el miedo a que un golpe lo rompa.
(F.X.P. de la
web :
http://sombraschinescas.wordpress.com]