lunes, 24 de marzo de 2008

En la imaginación



Para mí, después de aquello, fue como ese terrible instante
en que se ve a un niño cruzando la calle en el momento
en que viene un coche y lo único que se puede hacer es cerrar los ojos
y esperar a que el ruido nos diga lo que ha sucedido.
El momento de la espera se convierte en un lúcido período de tiempo
lleno de lunares amarillos y negros,
que bailan en un campo oscuro y aunque se abran los ojos y
se encuentre con que nadie está herido, ni muerto,
no existe ninguna diferencia,
porque en nuestra imaginación sucedió así.

Relatos de lo inesperado - Roald Dahl

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